lunes, 26 de diciembre de 2016

llegamos tarde

Como los magos de Oriente, llegué tarde. Según el relato de los Evangelios, estos también llegaron tarde.
Perdemos muchas veces la oportunidad de estar en los acontecimientos que dan vida, aunque estos vengan cargados de dolor -como los de la mujer cuando está pariendo- o aunque estos vengan traspasados de desolación, como lo que presencié esta mañana en el poblado del gallinero.
Esa joven pareja que, seguramente, podemos pensar que no tiene ningún sentido que estén ya casados, pero así lo están. Esta joven pareja ayer, noche de navidad, no alumbraron vida pero el fuego sí que les deslumbró su precaria existencia. El fuego acabó con todas sus pertenencias. Estas eran pocas. La vida de los muy pobres es una vida que se tiene que vivir al día. Sin grandes acumulaciones. Ni siquiera en el pequeño chamizo que formaba su chabola, su casa, su posada.
Un fuego devoró todo lo que tenían.
Sin embargo algunos, a esas mismas horas –y no nos lamentamos por ello, sólo lo cuento de manera descriptiva- estábamos con una mesa repleta de vida, de gentes -casi seis nacionalidades-, pero también seguramente de “espacios” que podríamos haber abierto a otros. A unos que quizá no conociéramos, a otros porque no sabíamos sus penurias…
Creo que esta Navidad tiene que ser un empujón para ensanchar nuestras mesas, para disponer un nuevo sitio, como aquella canción que hace años ya cantábamos en las fiestas y celebraciones.
Me contaba esta  joven pareja, en medio de la desolación de haber perdido lo poco que tenían, que “no fue nadie”, excepto los vecinos que comparten su misma miseria.  Eso sí, aparecieron los admirados bomberos. Y señalo esto porque es evidente –de lo contrario tendremos que luchar por ello- que los funcionarios, trabajadores de empresas privadas, oeneges… esa gente de lo social,  no tenía porqué estar ayer. Sin embargo lo que nos duele, lo que azuza más el fuego del desconsuelo es que esos que, lógicamente, estaban con sus familias o donde quisieran poder estar, pero que no estaban anoche en el poblado, tampoco esta mañana y no se les espera mañana porque es fiesta… Esos, luego, con tantísima facilidad criminalizan la vida de los pobres y también –si por algo nos podemos sentir junto a estos- critican la acción solidaria de la ciudadanía.

Hay un artículo muy bueno, hoy mismo, de Luis García Montero: "La caridad es una estafa" . Es una reflexión en voz alta sobre la forma de entender la justicia, la caridad, la solidaridad, lo publico, lo privado… Es verdad que este sistema zozobra, más allá de las personas trabajadoras que tienen todo el derecho –y por él también hemos de luchar- de librar, poder estar con su familia, poder conciliar… Sin embargo anoche, y esta mañana, si nosotros hemos llegado tarde , ellos -¿me recuerdan a aquel Herodes del relato del nacimiento de Jesús?- no aparecieron, no deben saber que la vida ya ha acontecido.
Cuando arribamos hoy, aunque tarde, con el colchón, las sábanas, las mantas, la poca leche que nos quedaba en la parroquia y alguna comida que hemos ido pillando aquí o allá, fruto de esa sociedad solidaria, quien sí estaba junto a esa nueva casa, en esa nueva vida que esta joven pareja debe emprender eran los “pastores”. Esos convecinos -también como aquellos, de mala fama, de quien con tanta facilidad se habla mal, a quien con demasiada frecuencia se pretende expurgar su propia vida- sí que estaban. Los pastores del Evangelio llegaron a tiempo, estuvieron presentes en el intento de hacer renacer de esas cenizas una nueva casa, una nueva chabola, una nueva posada.

Aunque tarde, como los Magos, tenemos muchos cofres que compartir…

No hay comentarios:

Publicar un comentario